
Según el diccionario, el cinismo, en su primera acepción, se define como “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.
Despreocupados, pasotas, hilarantes, locos e irónicos, este tipo de personajes tienen una legión de seguidores en todo el planeta. Adoran a Homer zanpando roscos e idolatran a Lester Burnham tarareando el 'American Woman' mientras se fuma un porro en su coche.
El último es Greg House. La serie de este médico está arrasando en Cuatro y en otros muchos canales de otros países.
¿A quién no le gustaría vacilarle a su jefe una sola vez en su vida?
¿A quién no le apetecería mandar a cierto sitio a ciertas personas en el trabajo?
Pues House hace todo eso y mucho más durante todas sus jornadas laborales. Juega a videojuegos (a la PSP), ve telenovelas (encima de médicos), bromea constantemente con todo e incurre en ilegalidades médicas día sí y día también. Todo ello mezclado con el quehacer diario, sin intermedios.
Pero es brutalmente honesto. El cóctel triunfa, a la gente le gusta.
En la España de la sumisión y el "que te calles y no rechistes que te despido porque tengo a 5.000 que lo harían por menos dinero que tú y quizás mejor, aunque no me importa" los martes a las 22:00 horas la televisión otorga un oasis donde muchos pueden relajarse e ilusionarse viéndose reflejados en los esperpentos de este médico sin bata, con bastón y adicto a los tranquilizantes para mitigar su dolor crónico en la pierna.
A mí House me encanta. Primero porque me entretiene. Segundo porque me parto de risa con las ocurrencias de este peculiar médico. Y tercero, apenas echan series decentes (me hablan tremendamente bien de los Soprano) por lo que House se convierte en una ocasión magnífica para pasar el tiempo.
Mucho cenutrio se dedica a despoticar de la serie. Pero se les escapa que es eso, una serie y no hay razones para tomarla en serio. Es un simple entretenimiento.
Cuando termino de currar en la tele, ceno y descanso un rato. Entonces llega uno de mis momentos: poner en ojo de ONO los capítulos de House. Me zampo uno diario. No hay nada mejor que enroscarme en las sábanas con mi Laura pero recién cenado es imposible (muy malo para mi barriguita), así que en la tortuosa espera de ir a dormir con mi amada hembra lo que hago es 'jausear'.
Lo de ojo de ONO resulta ser una opción televisiva de la que uno puede disponer cuando le venga en gana, por ejemplo de la primera temporada entera de una serie (como House), de películas, de conciertos (ahora hay uno de Queen en Wembley) o de documentales ¡Qué grande!
Televisión a la carta. No descubro nada nuevo, pero reconozco que es mi primera vez en curiosear en estas cosas multimedia, y está de lujo no depender de los horarios (la otra vez me comentaba Enrique Nieto, ilustre artista cartagenero, que a nadie le gustan los horarios ni las obligaciones... descubríamos América, jejeje). Además, así he visto de forma ordenada todos los capítulos y me he puesto al día en la trama.
PD: A Enrique Nieto le voy a dedicar un post en breve. Me tengo que poner con la Campos y el Ibarra, pero es que tengo que hacerles justicia cuando lo escriba y no es algo que quiera que me salga rápido y mal (como en general en el blog).
5 comentarios:
No me gusta este tipo de personajes. Es el relativizar hasta el extremo de vaciar tu cerebro. Creo que la gente debería hablar de cosas interesantes, preocuparse de que tres cuartas partes del planeta no come o de que en el colegio a tu hijo le están dando de hostias y el pobre mira hacia otro lado. Lester no se preocupaba de nada y así le iba: su mujer follaba (y disfrutaba) con otro y su hija quería aniquilarlo.
A mí me divierten. Quizá porque estoy un poco loco. Me parece que Lester se lo monta muy bien. Su mujer sólo se preocupa de estupideces y él le da importancia a las cosas que la tienen. En ese personaje hay mucha más lucidez de la que parece (no me parece bien que se quiera tirar a la amiga de su hija... quizás lo que menos me guste de Lester).
"el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos"
Por norma general, este tipo de personajes nos suelen gustar más a los tíos. Aunque no lo reconozcamos, nos identificamos con ellos, nos gustaría ser como ellos. Lo que pasa es que en la realidad, este tipo de personalidad no es práctica, no suele hacer gracia y suele estar muy arraigada en personas egoístas.
En el caso de mi ídolo, Lester Burnham, no estoy de acuerdo con lo que dice Laura. Este personaje se despierta en medio de su vida y se da cuenta de que su existencia no merece la pena. Come culos para mantener su puesto de trabajo, ha olvidado por qué ama a su mujer y su hija no le respeta.
Entonces, se convierte en el ídolo de la mayoría de los hombres, capaz de que se la sude absolutamente todo, de perder un trabajo y empezar de cero, de vivir como un jovenzuelo, de disfrutar de cada segundo de la vida. Es entonces cuando vuelve a nacer... y no sigo para no destripar del todo la película a algún capullo que todavía no la haya visto.
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