domingo, 6 de julio de 2008

David Canellada

Es un gran periodista. Tiene una sensibilidad especial para describir las cosas. Sus artículos sobre el accidente de Chinchilla son un ejemplo o la delicadeza, profesionalidad y rigor con las que trató la polémica en Jumilla entre los habitantes nacidos allí y los inmigrantes hace un par de veranos.

Conocí realmente el valor de su hacer periodístico cuando me tuve que enfrentar a sus artículos en mi trabajo de final de carrera, que lo hizo sobre el trato informativo del diario La Verdad en temas de inmigración. Había un capítulo del proyecto que se centraba en analizar un caso que sucedió en Jumilla en julio y cómo lo habían tratado los otros dos periódicos de la Región en comparación con La Verdad. Ahí fue cuanzo gozé al leer un trabajo impecable. David brillaba con luz propia, su manera de contar lo que estaba pasando fue excecpional. Su pluma es la única que recuerdo de aquel trabajo.

Pasaron los meses y comprobé con regocijo que en La Opinión se habían fijado en él y ya escribía para ellos. Son momentos en los que te aliente ver que un trabajo bien hecho al final es recompensado. Y es que a David su trabajo le ha costado ser periodista, comer gracias a escribir.

Ahora escribe sobre juicios y política. Ha pasado por El Faro de Murcia (allí coincidí con él) y ahora está en La Opinión de Murcia (también se le puede leer esporádicamente en El Mundo).

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