Paris, Texas (1984) es una película que te da el premio al final, que te abre un paisaje de amor desgarrador que sólo el que ha amado, multiplicando sus sentimientos al infinito, es capaz de entender. Todo ello acompañado por la dirección fotográfica de Robby Mülle y la inigualable guitarra de Ry Cooder (la BSO es prodigiosa y los acordes son el lamento de un corazón herido por la pérdida, la irrecuperable e insondable sensación de pérdida).

No todas las películas del alemán Wim Wenders me gustan, tiene resbalones y cosas inextricables. Sí que adoro la mayoría de su trabajo y está claro que este galardonado largometraje (Palma de Oro en Cannes) es caviar puro. Un film muy sentido que Wenders rubrica con una estremecedora escena final en la que los dos protagonistas de la historia de amor tienen una conversación que se te clava en lo más hondo del alma: "Ir al supermercado se convertía en una aventura".
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