jueves, 27 de agosto de 2009

Y Travis no podía hablar, no tenía fuerzas

Un tipo aparece andando perdido en el desierto. No habla. Cuando pueden dar con su familia, los suyos dan por hecho que no les va a hablar. Lo recogen y a casa. Travis está demasiado sumido en el dolor de la pérdida para soltar una sola palabra. Al final decide dar el paso y reencontrarse con su pasado y tratar de arreglar las cosas. Yo no creo que padezca amnesia, el final delimita cláramente la travesía que el personaje ha tenido que recorrer.



Paris, Texas (1984) es una película que te da el premio al final, que te abre un paisaje de amor desgarrador que sólo el que ha amado, multiplicando sus sentimientos al infinito, es capaz de entender. Todo ello acompañado por la dirección fotográfica de Robby Mülle y la inigualable guitarra de Ry Cooder (la BSO es prodigiosa y los acordes son el lamento de un corazón herido por la pérdida, la irrecuperable e insondable sensación de pérdida).


No todas las películas del alemán Wim Wenders me gustan, tiene resbalones y cosas inextricables. Sí que adoro la mayoría de su trabajo y está claro que este galardonado largometraje (Palma de Oro en Cannes) es caviar puro. Un film muy sentido que Wenders rubrica con una estremecedora escena final en la que los dos protagonistas de la historia de amor tienen una conversación que se te clava en lo más hondo del alma: "Ir al supermercado se convertía en una aventura".

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