lunes, 23 de agosto de 2010

El lenguaje y los periodistas

Un periodista se enfrenta diariamente al reto de escribir, de comunicar. Por esa razón me indigna que en los planes de estudio de la carrera de Ciencias de la Comunicación apenas haya un par de asignaturas sobre algo tan esencial para la profesión como es eso. Este escenario obliga a los periodistas, aquéllos que están deseosos de mejorar y aprender, a profundizar en la gramática, la semántica y la puntuación.


Escribir es un oficio. El periodista tiene muy pocas horas para esbozar un texto y normalmente le encargan varias páginas. En un periódico de los famosos, de los más vendidos, de los nacionales vaya, uno puede encontrarse con dos días para escribir algo, un sueño para los redactores de diarios regionales. O una semana para un reportaje, algo que forma parte de la fantasía más prohibida de un redactor de un medio regional. Estos últimos, en el peor de los casos, escriben hasta cuatro páginas diarias... y claro, eso dificulta muchísimo el acabado final de sus informaciones. Yo he vivido eso y sí que se puede conseguir un mínimo de dignidad. Ojo, que de ninguna manera quiero justificar a periodistas que escudan sus faltas ortográficas y gramaticales en un carga de trabajo excesiva. De la misma manera que uno se ducha todos los días, como periodista es censurable no corregir con mimo una información que lleva tu firma.

El periodista no es un escritor cuando ejerce en un diario, en un programa de radio o en la tele. No tiene nada que ver una novela con una noticia, con un editorial o con una semblanza. El periodista puede informar con belleza pero siempre ateniéndose a unas normas que quizá sean insípidas en la grandeza literaria de una poesía o de un cuento.

Miedo me da cuando el periodista se presume escritor... son dos cosas muy diferentes ¡Claro que se puede ser periodista y escritor! Pero no es lo mismo repasar un texto durante un mes que hacerlo durante unas pocas horas, las técnicas no pueden ser las mismas porque sencillamente no valen, carecen de utilidad y no son prácticas.


¿Qué podemos hacer los periodistas jóvenes? Leer. Y leer mucho, pero que mucho. Un periodista sin léxico es como un militar sin arma. Azorín, Benito Pérez Galdós o Unamuno pueden ser un buen comienzo o si te tira más lo moderno pues Pérez Reverte, que además es colega aunque reniegue de su vida como reportero. Apelo a los escritores nacionales porque las traducciones de autores extranjeros no son aconsejables ¿Quién va a desplegar mejor la paleta de colores del castellano? ¿Ken Follet o Cela? Está claro, ¿no?

Y ¿qué puedo hacer después de leer mucho? Ser crítico, ser exigente y corregir sin piedad lo que uno ha escrito. Si hay que sepultar un párrafo, adelante. Si hay que quitarle un verbo y ponerle otro, al ataque. El castellano alberga una riqueza inmensa y los periodistas no podemos anclarnos en unos pocos verbos y adjetivos cuando escribimos una historia. Yo no soy un periodista importante, ni un escritor reconocido pero quería compartir en este blog estas consideraciones y humildes consejos con todos vosotros. A lo mejor a algún periodista joven le pueden ayudar mis pensamientos.

2 comentarios:

Carlos dijo...

:-)

QB dijo...

;)