jueves, 25 de octubre de 2007

Recuerdos imborrables de la infancia

Una ligera tristeza y apatía recorría mi pequeño cuerpo de niño de seis años. Era octubre, oscurecía antes, llegaba cansado del colegio y mi único universo se circunscribía a una habitación, una mesa y una tele.

Necesitaba una MIRIENDA (como diría Shin Chan). Después de ella a jugar con lo que fuera. Pero ese momento, ya con el pijama y el vaso de leche con cola-cao era mágico. Empezaban los Fraguel Rock:

No hay comentarios: